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Las Razones del Diablo

Historias de todos los días

Caducidad

Caducidad

¿Sabéis que es un sector? Puede referirse a diversas cosas, a la parte de un círculo, a una región de los planos cartesianos, a un trozo de una totalidad. Pero no, yo hablo de un sector económico, es decir, una agrupación de hombres y mujeres que crean empresas y todo tipo de entes en torno a los cuales se organizan y encuadran para vender cosas y que, para ello, intenta mantener una buena relación con los legisladores.
Además de ello, los hombres del sector confabulan entre ellos para crear expectación hacia aquello que venden, aunque muchas veces lo que venden no sirva para nada, o aunque lo que vendan sea un producto transitorio, redundante, de poco recorrido y prescindible.
Yo formo parte de un sector, colateralmente. Soy un eslabón de una sinuosa cadena que se distribuye el dinero que ella misma crea mediante mecanismos simples y bastante rudimentarios. Soy un eslabón pequeño pero no por ello menos importante, yo diría que imprescindible para vocear, gritar y hacer llegar a los compradores la oferta, debidamente aliñada con atributos maravillosos e impactantes.
Cuando lo que hay que vender no sirve para nada, lo mejor es crear esa necesidad o advertir de los recónditos peligros, de los oscuros abismos infinitos por los que se precipitarán aquellos que no compren aquello. Como consecuencia, los hombres y mujeres de este sector celebran su capacidad de engaño y se enorgullecen y entre ellos se dan premios que reconocen sus atributos de vendedores de whisky barato; premios que recogen en salones de lujo, de hoteles de lujo, entre falsos elogios, risas y aspavientos, todos ellos hipócritas y cargados de envidia.
Todos sabemos en este sector que un gran porcentaje de lo que creamos es mentira, y todos sabemos que a lo que dedicamos nuestras vidas no es cierto. Además, lo que vendemos, ni siquiera lo creamos nosotros, normalmente viene de reinos lejanos, donde lo inventan. Todos en este sector sabemos que creamos necesidades que no existen, y todos sabemos que lo único que no es prescindible es el dinero que aquella falacia crea.
En este sector no hay caballeros ni damas, es un sector sin categoría pues aglutina a charlatanes y charlatanas que interpretan imposturas. Frustrados y frustradas que fueron despertados de un sueño que les llevaba hacia la nobleza, inútiles, vagos, moscones revoloteantes y pastosos, actores de la nada, hombres y mujeres que se miran al espejo y sólo piensan en qué efecto causarán a los demás. En este sector la forma de vida, no la mía, está basada en la apariencia puntual de lo que se hubiera querido que fuera habitual. Una vida de cartón basada en la moda, los coches excesivamente caros, gemelos, corbatas, pendientes, zapatos y medias, creados para otro mundo de inmortales. Un sector consumidor compulsivo de otros sectores que venden lujo, un sector necesitado de psicólogos, psiquiatras, centros de relajación, hoteles paradisíacos, vuelos nocturnos, spas, alcohol, locales de moda, Shoppers, entrenadores personales, gimnasios, raquetas de paddle, terapias musculares, sesiones de belleza, rayos UVA y un montón de inutilidad más, entre las que destaca la comida en restaurantes de lujo a precios desorbitados.
Este es un sector absurdo, un sector que simplemente genera dinero para poder despilfarrarlo. Supongo que es la actitud típica de los sectores improductivos y que no dejan huella alguna, más que el recuerdo de unos hechos minúsculos y atrofiados, que se expresan en hojas de cálculo que sólo viven un trimestre. Este sector vive pegado a un teléfono que se suele llevar en la mano derecha; siempre el último modelo, pues forma parte del consumo desenfrenado, y una maleta con ruedas que se arrastra con la mano izquierda y que va, resignadamente, a donde quiera que va su amo.
Este sector no lee poesía, tampoco prosa, acaso sólo best-seller de tapa dura con contenidos ligeros basados en las coordenadas narrativas de cualquier dibujo animado o película juvenil, pero con personajes maduros. Este sector no ama la Historia, pues no la conoce, es tan pedante que los hombres y mujeres que lo conforman desprecian el pasado, sólo viven el presente y un futuro tan cortoplacista que sólo es un breve apéndice hacia adelante de lo diario. Además, ellos se creen los protagonistas de su historia ridícula. Este sector morirá pronto. Lo pude comprobar hace unas semanas, pero eso es otro relato. Este sector ha envejecido sin nada a lo que agarrarse, pues nada que haya creado ha sido sólido, sólo vendía y trata de seguir haciéndolo, caducidad, y eso es sólo un presente sin futuro alguno.

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