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Las Razones del Diablo

Historias de todos los días

Sólo alma y a veces cuerpo


BILBAO -NOJA - ISLA - SOMO

Este monstruo no se como se llama, su autor sí, se llama Murakami. No se si recomendároslo o no, en todo caso sorprende. Para verlo debéis ir a Bilbao, está en el Guggenheim. Estoy en Bilbo, con mi chica, en la ciudad donde has de cenar antes de las diez porque a las once todo está cerrado. Nos ha sorprendido el Guggenheim. No lo concocía, ella tampoco. Ella había estado ya por aqui, con otro tipo que no era yo, y supongo que más arrebatador que yo, pues logró disuadirla hasta pasar del voluptuoso y metálico museo.  En todo caso, sea como sea, no se me ocurre nadie con quien hubiera querido descubrir este museo.
Me he jugado la vida para poderos traer estas instantáneas. Mujeres, fruto de la reinserción social dentro de este País Vasco, conforman una legión de vigilantes que prohiben las fotos. lo prohiben de una menra férrea y puedes llevarte antes una obra, que fotografiarla. No voy a hacer ahora una crítica sobre la obra de este japonés, a mi me ha parecido una especie de corrupción de lo infantil, de destrucción de lo inocente, de transformación de lo infantil en perversión. A ELLA, y me está diciendo ahora, "si tuviera que resumirlo en una frase, a media que avanzas te va atrapando su obra, .....tienes mucho mensaje, no te deja indiferente. me parece un trabajo enérgico, lleno de fuerza. ELLA no tiene muy claro que le ha transmitido este tipo". 


Pero fuera de grandes elucubraciones, haced una cosa, no os perdaís a otro autor que nos hemos encontrado por casualidad. Su nombre es Richard Serra. 
Lo que veís aqui son maquetas de su obra. Planchas de acero gigantes, de unos tres metros de alto, laberintos, espirales, espacios interminables por los que puedes pasear, agobiarte, perder el equilibrio, perderte o aislarte o, simplemente desaparecer. 
Buena gente la del Guggenheim. me ha llamado la atención ver a grupos de niños de muy corta edad, atentos, escasamente revoltosos, boquiabiertos. Buena idea la de llenar los museos
 con crios. Bien podrían sustituir algunas asignaturas por más horas en los museos, bien podrían enseñar las asignaturas de plástica, de trabajos manueales de educación para la ciudadania, en museos, bien podrían inundar los museos de niños y enseñarles que más posibilidades hay en esta vida. 
 Un día de arte y niños. Un día buscando esquinas y puntos muertos desde los que tirar fotos, esquivando a las severas guardianas del arte del Guggenheim. 
Coches voladores, coches que son estellas, coches sobre nuestras cabezas, coches suspendidos en el aire. 
 No puedes dejar de mirarlos cuando estas en el hall del museo. Estamos juntos pero estirados por el arte, nos atrapa y aunque mantenemos nuestro vínculo, nos aislamos con lo que contemplamos, el arte tiene esa facultad de monopolizarte, de crear una relación única con cada uno de nosotros, díficil de compartir, sólo factible experimentar sensaciones, sonrisas. Siempre las guardesas vigilantes. 
Nos hemos ido del Guggenheim, anoche hablamos sobre con qué sustiruir el tabaco tras una larga travesia en medio de un gran oleaje. 
El metro de Bilbao, más ligero, mas ruidoso, más pequeño, más ágil, de túneles más cortos, más metálico, un metro de plataformas. El metro de Bilbao, con menos historia, sin apenas publicidad, un metro casi snob, un metro sin mucho sentido, pero un metro a fín de cuentas. un metro más festivo, un metro menos oabligado, una opción, no una obligación.  Una pasajera se ha sentado frente a mi, por un momento me ha parecido estar en el Metro de Nueva York. 
Viernes por la tarde en Bilbo, tarde de sol y hasta de calor. Ciudad pequeña, siempre regada. Montones de gente en la calle.
 Hoy viernes y mañana domingo son los días de las gangas. 
Se amontona la gente, las gentes, los de aqui, los que no son de aquí, en las mismas plazas, en las mismas escaleras. Mezcla, relaciones, nuevas razas en el futuro, todos somos iguales en nuestra esencia, todos llevamos dentro esa pasión, ese deseo, todos buscamos lo mismo.
Las gangas, aglutinadoras de ese deseo de comprar barato, eso que también llevamos todos en común.
 El comercio, la oferta y la demanda, otro de los orígenes del mundo, la selección, la elección.
Hemos deambulado entre las gangas, abrazados, sonriendo, mirando a la gente, tropezándonos con ella. Hemos visto unos Lois, mañana volveremos a ver si no ha habido demanda para ellos, y nos convertimso nosotros en ella. Un día completo, repleto, un día en Bilbao. Un día de miradas, de besos, un día de esos que te mimetizas que te confundes, te escabulles, un día para no ser nadie, despojarte del lastre de la realidad y ser sólo alma y cuerpo. 
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