Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
Las Razones del Diablo

Historias de todos los días

Cambio de hora con simulacro de invierno

Un fin de semana encerrado en casa con mi chica. Hemos estado trabajando, en la cocina. Hemos alternado el ordenador con copas de vino. Hemos apartado un poco libros, libretas, y demás papeles para hacer un hueco a los platos de la comida.


Hemos tomado un rato breve el Sol. Hemos hablado. Un estupenda marejada el domingo por la tarde. Nos hemos besado, hemos reído, me he enfadado, como siempre. No hemos salido de casa, nos hemos construido nuestro mundo entre las cuatro paredes. El tiempo se nos ha modificado. Aún habiendo más luz, la madrugada se ha hecho más rápida. Hemos retorcido el tiempo, hemos perdido el meridiano de Greenwich, ayer comimos a las seis, y cenamos cerca de las doce. 

Esta mañana no creía que fuera lunes. De la tibieza de la cama, de mi chica, a una nevada en casa. Un lunes lleno de descreimiento. Un lunes triste lleno de horarios y tiempos amurallados. 

Viaje hacia Madrid, con su sierra nevada. Ha nevado, ahora llueve, dentro de poco sólo chispeará, y en Madrid parece que luce el Sol. No sabía que hiciera frío. Se hace patente nuestro aislamiento del fin de semana. 






Es lunes y los parques están vacios. Abren sus puertas para devolverte al fin de semana, pero nadie entra. Sólo los miras con melancolía y te concentras en el inicio de la semana. 






Nubes sobre Madrid. Hace frío. me tomo las cosas con calma, hasta que todos los engranajes vuelvan a rodar. La ciudad, más colorida el viernes, vuelve a los colores pardos, verdosos, de la ropa de invierno. Gorros, chaquetones, hasta guantes.  





Los lunes, esos días en que todos parece que perdemos algo. Yo hoy he perdido a mi chica, que volverá a su ciudad, no tan lejos, pero en el otro lado del universo.




Hasta mi querida Plaza del rey ha perdido hoy cosas. Sus árboles. No se qué ha hecho el maléfico Alcalde. Está dejando la plaza al estilo Pin y Pón. Con más aceritas, con menos árboles. Al menos ha dejado unos magnolios, aún jóvenes. Los perros de esta zona tendrán más cemento en el que cagar, y nosotros menos sombra, menos melodias de las hojas al viento, menos intuición para saber la estación del año. No podremos ocultarnos para dar sorpresas, tampoco para huir.  
Compartir este post
Repost0
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentar este post