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Las Razones del Diablo

Historias de todos los días

Suponiendo

Las golondrinas son confiadas, nada que ver con mi gata. Por dos veces he estado esperando pacientemente a que apareciera la pareja, pero ni bien ni mal ha querido posar y es bien extraño pues es muy poco habitual ver a una golondrina sin ella. Al menos, desde que conozco yo a las mías, todas las primaveras ha sido así. 
Las llevaba oyendo toda la mañana, revoloteando y jugando la una con la otra con sus cantos enloquecidos y rozando las paredes de casa en sus frenéticos vuelos. He salido a su encuentro y en dos ocasiones han picado sobre mi cabeza, cómo invitándome a unirme a sus juegos. He intentado seguirlas con la vista para observar por dónde se perdían, con que cabriola o giro se introducían en algún recoveco del recinto, pero ha sido imposible, no he podido averiguar dónde están construyendo su nido y sé que está en algún lugar cerca de mí
El día va apagándose y con él, el último de esta extraña Semana Santa y pienso en cómo será la próxima, dónde estaré y cómo, y sobre todo con qué sensaciones. Supongo que me acordaré de la de este año y he decidido que habría de dejar un recuerdo de estos días tan únicos. Así que he decidido agarrar los pinceles y mira que me lo he pensado, porque no me resulta una tarea fácil. El lienzo parece ejercer sobre mí un efecto  hipnotizador que, aun dejándome estar alerta a todo lo que ocurre a mi alrededor, me embauca con sus retos, costándome moverme de enfrente de él.  Me ha costado, siempre me cuesta, creo que precisamente por ese efecto, ya que sé que si arranco habré de acabar aquello y a pesar de lo que disfruto también produce agobio, porque ahora habré de buscar tiempo durante los próximos días para ir avanzando en la obra. También retomaré el hábito de, antes de meterte en la cama, echar un vistazo a la obra, encender la luz y zas, ver qué sensación produce. También plantea montones de interrogantes, y he de pensar y pensar en cómo resolver los problemas con los que te vas encontrando que, además, siempre son muchos más de los que prevés en un principio. Supongo que para los buenos pintores las sensaciones son otras, pero en mi caso se trata de un verdadero reto. En todo caso, y a pesar de todos los inconvenientes, el resultado final es sólo positivo. Siendo consecuentes, habré de decir que lamento que esta situación  comience a acabarse. Ya sé que es una barbaridad pero, a fin de cuentas, mido lo que ocurre a mi alrededor por su impacto en mí, ya que de lo que no soy responsable no me puedo responsabilizar. Sí, sentiré cierta nostalgia de estos días de lejanía y aislamiento porque, aunque aún quedan, ya se barruntan los ecos del bullicio y el jaleo. Y supongo que para muchas personas es lo normal, pero en mi caso ya no. Lo asumiré, no queda otra opción, pero añoraré estos días y sólo deseo oír cantar a las ranas, que supongo que esta noche lo harán anunciando lluvias. 

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