Seré ya un viejo

26 Noviembre 2009

Me levanto, salgo a las nueve de casa, llevo el coche al taller, espero el autobús, llueve, me voy al despacho, gestiono, salgo corriendo, me voy a renovar mi carnet de conducir, los datos no coinciden, fotos, matasellos, examen psicotécnico, me olvido las gafas, ella me mira, "tiene usted un ojito cansado no?". Sí, respondo, he de ir a oculista, la sonrío, me sonríe, me aprueba, vuelta a arriba. Pase usted por caja. Salgo, cojo el metro.
Sigue lloviznando sobre Madrid, la gente lleva prisa, el panorama se pone más gris de lo que está ya. Vuelvo, hablo con mi chica, come con su hermana, pásate y toma un café, así haré, luego iré a un congreso, saludaré estrecharé manos, sonreiré, hablaremos del tiempo, del catarro, de que es la época de ellos. Luego volveré con mi chica, en medio de todo ello tomaré frenadoles. Tengo mocos, un despido, preguntas y más preguntas, suena el móvil, que mañana deberíamos vernos, que a la una es una buena hora, que muy bien, que igual luego comemos, que muy bien le respondo. Meto las manos en mis bolsillos, y dejo que el vapor frío perle mi cara, mi cara vieja, mi cara cansada, mi cara feliz a veces, otras no tanto, mi cara a fin de cuentas, la que llevaré en los papeles oficiales los próximos diez años, en la siguiente renovación, seré ya un viejo.