18 Enero 2011
Ayer Sol, y hoy una espesa niebla que te atrapa entre sus jirones. Y encima es lunes, y encima tengo llamadas de esas oxidadas esta mañana. Y encima atasco, y un largo día que se me antoja tan gris como la propia jornada, porque no hay otro color en él.
Pienso en tu niebla y pienso en que algo tenemos en común. Enciendo la radio, me niego a empezar la semana con lo mismo, pongo música. Te mando un mensaje para ver si hablamos, estas ocupada de acá para allá. Me quedo con las ganas, no se si tu con alguna.
Dan ganas de parar y de pasear en la niebla, de meterse en el Retiro a dar un buen paseo. Hay que dar la espalda a todo. Apago la radio, me quedo en silencio y pienso en qué harás en ese momento, cuál será tu expresión, en qué pensaras, qué miraras, cómo llevarás tu día. Luego te llamaré, pienso, pero tu estás, eso, de acá para allá.
Reunión, me voy dando un paseo, frío en los pulmones, sigue la niebla, vapor de agua frío, resoplo, ando deprisa, café con dos tipos, me vuelvo andando también, nadie en las tiendas, escaparates mustios, sin ganas. La gente está triste y cansada, día de niebla. Nadie sonríe, todos tan serios. Tarde de curre, sigue la niebla. Te llamo por la tarde, también ocupada, adiós, hasta luego. Pues nada, sigo con lo mío, y tu con lo tuyo.
Me vuelvo a casa, sigue la niebla. Me hago la cena, y me pongo a escribir esto, que no es nada, sólo niebla.