A veces, un lío

A veces la vida se lía. Basta con olvidarte de ella, para que se haga un lío. Sabes el origen, sabes el final, y por en medio, sin darte cuenta, empieza a dar vueltas, a enroscarse, a volver hacia atrás para luego seguir adelante. No entiendes los giros, no entiendes las cabriolas y lo mejor es dedicar tiempo a desenroscar el entuerto. La vida, y valga la redundancia, tiene vida propia, y cuando crees que todo está controlado, le da por hacer nudos, se pone cabrona y parece disfrutar poniéndote a prueba. Aún así, la vida es sólo eso, vida, y nunca para, no tendría sentido. La vida siempre avanza, y aunque parezca que a veces te anuda, tarde o temprano se mueve hacia su destino. 

Hoy la tarde era preciosa. Hoy la tarde invitaba a lo sencillo, al orden, al equilibrio. Hoy la tarde invitaba a mirar todo desde ese punto de vista de lo obvio, hoy la tarde invitaba a elegir un destino, a sentirse libre y pleno, a la lealtad, a la sencillez de lo natural. 

Hace poco que ha dejado la empresa una persona que se hacía cargo de las cuentas. La verdad, no miento si digo que nunca me ha atraído el dinero, y digo esto porque es verdad. Hay gente que mantiene una especial relación con él. Sean grandes cantidades, sean pequeñas, parecen tenerle miedo, respeto, parecen angustiarse al abrir la cartera, al echar la mano al bolsillo. Pueden ser excelentes en otras facetas de su vida, serenos, comedidos, buenos conversadores, simpáticos, amables, cariñosos, entrañables, pero todo cambia cuando entra por medio el dinero. No es que yo lo tenga, pero nunca me ha angustiado cómo conseguirlo, quizás sea inconsciencia, más aún tal como están las cosas, pero yo lo veo divertido, una especie de desprecio a los aspectos más mezquinos del dinero.  Como decía mi abuelo: Si buscas algo, olvídate de ello. Me voy del hecho, vuelvo a él.

Como esa persona se ha ido, no se me ha ocurrido otra cosa que meterme en bancos. ¡Joder!, que lío. Uff, he dado un silbido. Que lío de pagos, de pólizas de seguros que ni siquiera sabía suscritas. Mañana empiezo a limpiar, a dejar lo básico, quizás sea un buen punto de partida. 

Salgo a la terraza, vuelvo a otear el horizonte, hace una tarde preciosa, algo de frío. Lo quiero todo sencillo y fácil, hasta lo más complicado puede convertirse en primario. 

 Me voy a la cama, quiero estar despierto antes que el mismo día.