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Las Razones del Diablo

Historias de todos los días

Atardecer en el Serengeti

Mayo, el mes de las flores. Y yo, no sé porque, lo asocio con braguitas de encaje de niñas que huelen a pis. Mayo, el mes de los primeros calores que te pillan a contrapíe. Mayo el mes de los primeros insectos. Ayer un ejercito de hormigas cruzaba mi terraza transportando a un pobre escarabajo, panza arriba, hacia su guarida. Las primeras moscas, moscones. Las flores eyaculando, tallos pegajosos, te pinchas con las púas de los cactus. Las primeras tierras secas, el Sol que ya ha cambiado su trayectoria. Mayo, antesala del horno tostadero en el que nos introduciremos hasta bien entrado octubre. mayo, el puto mayo florido y hermoso. 

 

Hoy día de la madre, día de tráfico atroz, de Sol en los cristales del automóvil, de calor, de ventanas abiertas, de ropas que se adhieren a la piel, día de transición desde los fértiles rayos de Sol del invierno a los angustiosos del verano, primer día buscando sombras y la brisa que parece habitar bajo ellas. 

 

Día de la madre, día de prisas, de desplazamientos, de viejecitas aturdidas agarradas temblorosas a los brazos de sus hijos, de nietos pululando alrededor. Hijos con sus novias que cruzan la calle con ramos de flores y me pregunto si algunos llevarán abeja incorporada. Día de la madre, día de coches familiares cargados con la abuela atrás. Veo más viejas que viejos. Es normal, se mueren antes los hombres que las mujeres. Día de trabajos manuales. Aun conservo la manita de mi hijo moldeada sobre el barro. Día de la madre, día de la gran patriarca, homenaje social a las mujeres que paren y educan. 

 

Creo que me tomo demasiado en serio todas estas tontunas. No sé desde cuando he claudicado ante ellas o puede que sea una convicción porque ya no sumen estas celebraciones, sino que resten, dada la avanzada edad de mi madre que, año tras año, al igual que en Navidad o en su cumpleaños, dice que será el último, me río. Hago una apuesta con ella para el día de la madre del año próximo, si está, me deberá una comida, si no está llevaré flores a su tumba. Nos reímos. 

 

Día de ir y venir, subir y bajar, sudar, buscar aparcamiento, frenar, meter la primera. Día social, familiar. Mi cuñado está triste, supongo que recuerda a la suya, ya que murió hace relativamente poco. Estoy especialmente cariñoso con él, parece recepcionarlo. Le encuentro mayor. Día de la Madre, en el que nadie cree  pero que todo el mundo celebra. 

 

Día social que deseo que acabe, que me quiero ir al Serengeti, a sus praderas volcánicas, a su época de lluvias, a ver como se llena de animales herbívoros y carnívoros. Ya estoy en él, y puedo ver las manadas de ñus, las manadas de gacelas y a las leonas merodeando, y a las panteras y a las hienas. Subo a una colina y desde ella veo llegar las lluvias y su riqueza en forma de verdes pastos. La cadena básica, lo simple y lo sencillo, la vida, el resto, sobra, hasta el puto Día de la Madre. 

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